Los aficionados a los videojuegos no sólo se lanzan en busca de nuevos juegos de última generación en el salón Gamescom de Colonia, en Alemania, también vuelven a poner de moda viejos aparatos recuperados de los desvanes. Nunca como este año, el espacio retrogaming, integrado por viejos juegos, ha ocupado tanto espacio en esta gran cita del videojuego europeo, donde el público se extasía ante consolas de otras épocas, frente a las que se jugaba de pie o sentado. “Ello me recuerda mi infancia (...)” afirma Jackye Müller, una estudiante de 21 años, que intenta atrapar bananas con Donkey Kong, con el mando de Super Nintendo en su mano. Más lejos, un padre hace descubrir a su hija el Pong, uno de los primeros videojuegos, que data de 1972, una especie de tenis en el que cada jugador desplaza una raqueta virtual de arriba hacia abajo para mantener la pelota en el terreno de juego. “Lo retro está en todas partes: en las películas, la música, los coches, los vestidos, entonces ¿por qué no en los juegos?” se interroga Christian Gleinser, un creador de varios nuevos videojuegos que funcionan en ordenador con gráficos de los años 1980. Una tendencia que ha incitado a los fabricantes de consolas a reeditar sus modelos, junto a catálogos con los mayores éxitos de los últimos 30 o 40 años. El grupo japonés Sega se ha sumado a la tendencia, y va a proponer su Megadrive Mini (42 juegos), tras la llegada de la PlayStation de Sony y de la Xbox de Microsoft. Ello vendrá a sumarse a las dos célebres consolas de Nintendo, NES y Super NES, que han sido reeditadas, así como a la original PlayStation, que vuelven a estar en el mercado. Es difícil saber, si la tendencia será o no pasajera.